Es como si un día te levantas y te das cuenta de que en ti hay un espacio vacío, limpio e iluminado. Como un cuarto al que te has empeñado en arreglar muy bien por un tiempo. Con dedicación y empeño le has pintado las paredes del color que más te gusta, le has instalado molduras y hermosas persianas, le has cambiado las luces y todo el sistema eléctrico, le has instalado ventiladores de techo por si hace mucho calor.
Ahora que lo puedes apreciar, te das cuenta de que tienes ese hermoso territorio y que podrías convertirlo en lo que quisieras. Pero no tienes ansia por llenarlo, quieres tomarte tu tiempo para hacer algo muy especial en él.
De pronto de la nada, llega alguien algo curioso, atraído tal vez por los sonidos y luces que provenían de este lugar, se acerca y mira por la ventana, le gusta lo que ve, lo que escucha y sigue observando y escuchando, y no demora en cautivarlo aquel sitio. Se siente tan atraído que hasta quiere habitar ahí, compartir ese lugar con la ama, pero para ser parte de él, para disfrutarlo, sabe que debe probar que lo cuidara con el mismo empeño con el que la dueña lo ha cuidado. Debe demostrar que está apto para mantenerlo en las mismas condiciones o que inclusive podría aportar con sus ideas y talentos para enriquecerlo aún más.
La propietaria, evidentemente, algo recelosa de su espacio al que le ha invertido tiempo, dedicación y amor, trata de tener cautela, trata de usar toda su percepción y audacia para identificar alguna posible estafa, fraude o engaño, pero por más que lo analiza, lo siente y lo piensa no logra encontrar nada. Entonces le concede a este curioso y simpático ser entrar a su territorio, le permite aportar ideas para comenzar a llenarlo y entonces empiezan a decorarlo juntos.
Poco a poco van instalando cortinas en las ventanas, alfombras en el piso, un mueble aquí y otro allá. Y cada vez con más ilusión y con más visión se va formando ese lugar que en un principio aunque era hermoso no tenía un fin determinado, y ahora comenzaba a sentirse como una clase de santuario íntimo. Un espacio de tranquilidad y de regocijo, de libre expresión, de tolerancia, de respeto, de diversión y de mucho amor.
La dueña no previó con que alguien se podía llegar a fascinar con su refugio, que estaba vacío desde hace algún tiempo, y aparte se encontraba algo escondido del mundo. Pero es qué no se trataba de alguien común y corriente, este personaje es alguien con determinación, que sabe lo que quiere en su vida y que no le da miedo luchar por eso. La ama, no pudo evitar entusiasmarse con su visión y su empeño, se empezó a encariñar con su constancia y le complacía mucho su buen gusto. De alguna forma tenía la confianza que con su apoyo haría de ese sitio un verdadero paraje, que a pesar de que siempre le pertenecerá a ella, tenía suficiente cabida y contingencia para compartirlo con él.

Debe estar conectado para enviar un comentario.