¡Nada como tu café! Ese que me sirves el domingo en la mañana, luego de una larga noche de besos, caricias traviesas y juegos incitantes. Lo prefiero caliente porque me provoca tomarlo despacito, saborear cada sorbo. No como tú que lo prefieres frió, no te gusta quemarte la boca, así no lo puedes disfrutar - eso dices. Aunque me … Sigue leyendo ¡Nada como tu café!
Debe estar conectado para enviar un comentario.