Umbral

Ahí en ese lugar oscuro, solo el rayo de la luz de tus ojos yo veía.

Me enseñaste a respirar ahí dentro,

Y tus entrañas acariciaban mi frágil cuerpo que crecía.

 

Soñaba con colores

Y te imaginaba hermosa.

Fueron nueve meses de escucharte y conociéndote;

crecí poco a poco con tu fervor viviente.

Me alimente de tus caricias, frases de amor y tus sonrisas.

El momento llegaba

en el que iba a verte,

Estaba emocionada y con miedo de perderte.

Ahí estaba protegida dentro de tu vientre

pero tenía que salir de ese umbral sin espacio.

Y me encontré con la luz de tus ojos que ya conocía,

una tarde de enero

al son de las 4:00 me dijiste «te quiero»

¡Mamá, ahí estabas tú!

Joven, dulce y radiante

como te había imaginado.

Mi mano agarraste y mi corazón flechaste.

 

Aprendí con el correr del tiempo

Y en mis andanzas peligrosas

de cada uno de tus consejos

sabios, añejos y corteses

valorados en cada acto

de mis ya treinta y cinco años

que he vivido en este mundillo.

Y soñando cada vez que te encuentras lejos,

con tus palabras de amor y tus lindos consejos

que envuelven mis vivencias

Y acobardan los miedos de mi loca juventud,

madurez que te heredó.

 

Gracias madre por encender una luz y mostrarme el camino

de este umbral sin fin

de una sociedad perdida en el olvido.

Ojalá Dios me permita ser fulgor en tu vejez,

apoyarte y cuidarte así como lo hiciste conmigo

en tu mocedad errante,

Y seguir aprendiendo de ti por muchas más primaveras,

Hasta que nos tengamos que liberar de nuevo

de este juego que llamamos vida

Pero solo por un breve momento,

ya anduvimos varias unidas.

 

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