No te enamores de una mujer bruja sí no crees en la magia que existe en ella,

No te enamores de una mujer bruja, si no quieres indagar en los misterios del universo.

No te enamores de una mujer bruja, si te da miedo saltar con los ojos vendados y volar, porque a eso sería lo que te inspiraría. Solo para que te atrevas a sentir la libertad del vacío y la certeza de tu poder.

No te enamores de una mujer bruja, si no quieres que te marque con el calor de su sangre y de sus besos. Ya que esos no se borran jamás.

Verás que una mujer bruja sabe hipnotizar con la mirada. Porque sus ojos son talismanes qué comunican a otros tiempos, transformando un instante en eterno, y una experiencia, en inolvidable.

Una mujer bruja sabe convertir un desierto en un oasis, un sosiego en éxtasis, lo ordinario en extraordinario, tan solo encantando con todos sus sentidos.

Una mujer bruja nunca querrá decirte como tratarla, porque ella querrá mostrarte con danza y cantos, con miradas y susurros, con besos y caricias, con conjuros y rituales de amor.

No te enamores de una mujer bruja porque ella se te meterá por dentro, sin que lo sepas, sin que te enteres. Porque ella te mostrara todo lo que alguna vez soñaste, te desnudara el alma y te hará sentir el mismo universo dentro de ti. Esa mujer bruja te dará de su calor, de su poder, de su energía, de su magia. Pero si la defraudas, si abusas de su amor y confianza. Ella tomará todo de regreso, todo su poder, toda esa energía, todo su calor y desaparecerá como por arte de magia, como un sueño lucido, como una estrella fugaz se desvanecerá. Nunca más será tuya porque las mujeres brujas solo se muestran completas ante ti una sola vez.

Una mujer bruja es un tesoro incalculable, es una maga blanca, es fuego y sangre, es amor y pasión, es aventura y riesgo, es la vida misma. No te enamores de una mujer bruja si no tienes el valor a ser vulnerable, diáfano y transformado en tu real esencia.

Si tienes la suerte de encontrarte a una mujer bruja, siéntete afortunado y aprende de ella. Quizás solo esté ahí por un instante, quizás se queda un poco más. Pero nunca se irá sin primero dejarte algo; un regalo. Que solo tú descubrirás.